Aparato reproductor aves macho
Sistema reproductor femenino de las aves
El sistema reproductivo de las aves es heterosexual y requiere un macho y una hembra, cada uno de los cuales aporta la mitad de la constitución genética de la descendencia. El macho contribuye con su mitad mediante el esperma producido por los testículos y transportado en el semen. La hembra aporta la suya en el óvulo transportado por la yema producida por el ovario. El óvulo suele denominarse blastodisco, blastodermo o disco germinal. Tras liberarse del folículo del ovario, la yema pasa al oviducto, donde es fecundada y se le añaden el albumen, las membranas de la cáscara y la cáscara.
Los órganos reproductores masculinos de las aves domésticas constan de dos testículos, cada uno de ellos con un conducto deferente que va de los testículos a la cloaca. Las aves no tienen un pene como el que tienen otros animales. Los testículos son cuerpos con forma de frijol situados contra la columna vertebral en la parte delantera del riñón. Su tamaño no es constante y se agrandan cuando las aves se aparean activamente. El testículo izquierdo suele ser más grande que el derecho. En el interior de cada uno hay una pequeña zona aplanada que se cree que corresponde al epidídimo de los mamíferos. El conducto deferente comienza en esta zona aplanada.
Diferencia entre el sistema reproductor masculino de las aves y de los mamíferos
Variación entre las especies de aves en la cantidad relativa de yema en los huevos y la cantidad de energía disponible para el embrión en desarrollo (kJ-g -1, o kilojulios por gramo). De arriba a abajo, las crías son un rastrero pardo altricial, un charrán mínimo semiprecocial, un pato colorado precocial, una gallina de Mallee superprecocial (Leipoa ocellata) y un kiwi pardo (Apteryx australis). Los kiwis son “atípicos”. Las hembras de kiwi producen huevos extremadamente grandes para su tamaño (con cantidades considerables de yema), pero las crías suelen permanecer en el nido durante varios días, por lo que es mejor clasificarlas como semiprecociales (De: Sotherland y Rahn 1987).
La temperatura de incubación y la proporción de sexos en las aves – Aunque es común en los reptiles, la temperatura de incubación no se ha considerado un factor que determine la proporción de sexos en las aves. Sin embargo, Goth y Booth (2005) descubrieron que la temperatura de incubación sí afecta a la proporción de sexos en los megápodos, que son excepcionales entre las aves porque utilizan fuentes de calor ambientales para la incubación. En el pavo de pincel australiano (Alectura lathami), un megápodo constructor de montículos, nacen más machos a bajas temperaturas de incubación y más hembras a altas temperaturas, mientras que la proporción es de 1:1 a la temperatura media encontrada en los montículos naturales. Los polluelos de temperaturas más bajas pesan menos, lo que probablemente afecta a la supervivencia de las crías, pero no son más pequeños. Los megápodos poseen cromosomas sexuales heteromórficos como otras aves, lo que elimina la determinación del sexo dependiente de la temperatura, como se describe para los reptiles, como mecanismo detrás de las proporciones de sexo sesgadas a altas y bajas temperaturas. En su lugar, Goth y Booth (2005) sugieren una mortalidad embrionaria sensible a la temperatura, porque la mortalidad fue mayor a las temperaturas más bajas y más altas, y mínima a la temperatura media, donde la proporción de sexos era de 1:1.
Partes y funciones del aparato reproductor femenino de los pollos
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Sistema reproductor masculino de las aves
La primavera es la época de reproducción para la mayoría de las aves, pero ¿cómo se aparean? La unión en la cópula sexual es esencial para fertilizar los huevos y criar a las aves jóvenes, pero el acto sexual es sólo una breve parte del cortejo y de los vínculos de pareja entre las aves.
Cuando las aves están preparadas para criar, sus órganos reproductores -los testículos y los ovarios- se hinchan y producen el esperma y los óvulos. Los machos almacenan el esperma en su cloaca hasta que surja la oportunidad de aparearse, y las hembras recibirán ese esperma en su cloaca antes de que viaje al interior de su cuerpo para fecundar los óvulos y comenzar la formación de los mismos.
El cortejo entre una pareja de aves puede durar mucho más que el acto real de la cópula. El comportamiento de cortejo puede incluir varias etapas, desde la reclamación inicial del territorio hasta el cortejo real de una posible pareja con exhibiciones visuales y auditivas como un plumaje impresionante, vuelos espectaculares, cantos intrincados o incluso bailes elaborados. En el periodo de cortejo, el macho hace gala de su salud y fuerza para convencer a la hembra de que es la mejor pareja posible y que le ayudará a crear los polluelos más fuertes y sanos, con más posibilidades de sobrevivir.
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Hola, soy Estibaliz Latorre licenciada en Biología por la Universidad Autónoma de Madrid.